Las futuras generaciones de memorias informáticas pueden tener un nuevo contendiente. Un grupo de investigadores de Virginia (EE UU) han desarrollado un nuevo método que permite guardar y recuperar información con un coste energético mucho más reducido que el de otras alternativas. Esta característica, aseguran, puede abrir la puerta a conseguir mejores densidades. Es decir, a almacenar más en el mismo espacio.
La expansión de portátiles y otros dispositivos móviles que funcionan con baterías han fomentado la investigación para lograr memorias que sean tan rápidas como las otras, pero que consuman menos energía. Una estrategia ha sido desarrollar las denominadas ‘memorias no volátiles’. El trabajo de la Virginia Commonwealth University explora este camino y, aunque solo han dado un primer paso en el laboratorio, puede abrir una nueva puerta para esta tecnología.
Un exceso de disipación de energía puede crear puntos calientes en la memoria que la hagan fallar», asegura Jayasimha Atulasimha, uno de los investigadores. «Además, esta puede limitar la densidad de almacenamiento». Su aproximación, que reduce la energía necesaria para funcionar –y por tanto la que se disipa–, puede permitir crear memorias más eficientes y que almacenen mucho más en el mismo espacio.
Para lograr este avance, los investigadores han dado con la manera de implementar una estrategia que ya se había vislumbrado pero que aún no tenía solución práctica. Las memorias no volátiles se suelen basar en un cambio de la polaridad magnética de una serie de elementos. Cada uno representa un bit –un ‘0’ o un ‘1’–. La forma más eficiente de hacerlo es mediante una técnica conocida como ‘esfuerzo generado por voltaje’. Una pequeña descarga eléctrica que fuerza a un giro de dicha polaridad. Pero un único fogonazo solo permite cambios de hasta 90 grados, la mitad de lo necesario para funcionar.
El truco para conseguir una rotación de 180 grados ha sido llevar a cabo dos rotaciones sucesivas, cada una de un ángulo inferior a los 90 grados aplicando esfuerzo [carga eléctrica] en dos ejes distintos, de manera coordinada, explica Ayan K. Biswas, otro de los investigadores. «Hace falta un reloj de dos fases, pero son lo suficientemente comunes como para que no represente un problema».
Además de la eficiencia, explican los científicos, su sistema tiene una tasa de fallos bajísima. Durante una de las simulaciones realizaron un millón de cambios de estado en 1,36 nanosegundos –mil millonésimas de segundo– sin un solo error.
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